La paciente, de 38 años, acudió en 2007 al dentista para la implantación de una prótesis que solventara sus problemas bucales. Informó «personal, directamente y documentalmente» a su dentista de que era alérgica a los metales. Pese a ello, esta le implantó una prótesis de cromo cobalto que le ha dejado secuelas de por vida y que le impiden trabajar. La Audiencia de Barcelona ha confirmado la sentencia del Juzgado Penal número 3 de Sabadell: la dentista, de Montcada i
Reixac, y su aseguradora deberán pagar como indemnización 2,5 millones de euros. Además, la dentista ha sido condenada a una pena de seis meses de prisión e inhabilitación por un delito de lesiones imprudentes, según informa El Periódico. Tras la colocación del implante (la dentista no le informó en ningún momento del procedimiento), la paciente comenzó a sufrir sus efectos, en forma de infecciones, cefaleas, reacciones alérgicas, con «dificultad para el habla, la masticación y la deglución». La respuesta de la dentista fue contundente: «Tiene que irse acostumbrando». Finalmente, la prótesis fue retirada de la boca de la paciente, que se define en la actualidad como una «muerta en vida»: ya no puede trabajar, continúa sufriendo problemas de salud y apenas puede llevar una vida normal.